Existen tres tipos principales de mascarillas que los consumidores pueden adquirir: las mascarillas quirúrgicas, las mascarillas higiénicas y las mascarillas FFP2. Cada tipo está indicado para utilizarse preferentemente en situaciones concretas.
Mascarillas quirúrgicas: están diseñadas para proteger tanto al usuario como al paciente durante los procedimientos médicos.
Mascarillas higiénicas: están destinadas a reducir la propagación de partículas del usuario en entornos públicos.
Mascarillas FFP2: son más eficaces para filtrar partículas y se recomiendan para entornos con alta transmisión o en presencia de personas infectadas.
Para que una mascarilla sea efectiva, se recomienda que tenga al menos tres capas de material, como una capa exterior de tela no tejida, una capa intermedia de filtro y una capa interior de tela suave y absorbente para mayor comodidad. Sin embargo, el número de capas puede variar según el tipo de mascarilla y su fabricante, por lo que es importante seguir las instrucciones del fabricante y utilizar mascarillas certificadas.
Sí, aunque hayas recibido la vacuna contra el COVID-19, se recomienda seguir utilizando mascarilla en determinadas situaciones, especialmente en entornos con alta transmisión comunitaria o en presencia de personas no vacunadas o de riesgo. Además, la vacuna puede no proteger al 100% contra todas las variantes del virus y es posible que las personas vacunadas puedan transmitir el virus a otros. Por lo tanto, se recomienda seguir utilizando mascarilla, lavarse las manos con frecuencia y mantener el distanciamiento social para prevenir la propagación del virus.
Se recomienda cambiar la mascarilla después de cada uso, especialmente si está húmeda, sucia o ha estado en contacto con superficies potencialmente contaminadas. En general, se aconseja no reutilizar las mascarillas desechables y lavar las reutilizables después de cada uso según las instrucciones del fabricante. Si la mascarilla presenta algún signo de daño o deterioro, debe desecharse y reemplazarse inmediatamente.
Para desechar una mascarilla de forma segura y adecuada, se recomienda retirarla por las tiras elásticas o las cintas de sujeción sin tocar la parte frontal, colocarla en una bolsa de plástico y cerrarla bien. A continuación, se debe depositar la bolsa en un contenedor de restos (el de color gris), y lavarse las manos con agua y jabón o desinfectante de manos a base de alcohol. En ningún caso se debe desechar la mascarilla en la calle o en espacios públicos.